Dejemos de pasear descalzos sobre el vértice filoso de los jardines.
Hagamos que este prólogo a la tristeza contenga todas las pistas.
Cambiemos el final del cuento cuantas veces haga falta.
Si la suerte está de nuestro lado, esta tarde será solo la penúltima y tal vez, solamente tal vez, el primer eclipse de girasol nos ciegue.
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