> Palabras y Placebos: CADÁVER DE DOMINGO

miércoles, 6 de noviembre de 2019

CADÁVER DE DOMINGO


Aquel martes arrugado fue distinto de este otro, apenas una mancha de café en mitad de la semana. La ría parecía un minutero y el tiempo ascendía en espiral dejándome intacto y despeinado mirando hacia la otra orilla. La sensación de lejanía me asaltaba cada lunes. La distancia se medía en decímetros y también en cataratas.

Aquel martes arrugado fue distinto de este otro, pero yo lo supe el miércoles y sentí una desazón tremenda que traté de apaciguar con somníferos y agua de lluvia. El jueves comenzó a llover, de arriba hacia abajo -como casi siempre-, pero el agua no logró borrar las huellas de la sangre; de manera que el viernes se precipitó de pronto, sin remedio.

El sábado envié a mi madre un telegrama, vía paloma mensajera, pero olvidé incorporar el acuse de recibo. El lunes la paloma se detuvo cerca de la costa, extraviando mi mensaje ante el delirio incomprensible de piratas y ballenas.

Llegó entonces este otro martes, diferente, qué duda cabe, del primero, y en un margen más bien poco iluminado de la ría, hallaron mi cadáver de domingo, enredado entre el plancton del fondo y algunas colas de sirena. Había sido una ardua semana.

Mi madre se enteró por los periódicos y corrió al parque, llena de rabia, a cazar palomas mensajeras. Odiaba la fea costumbre que, desde muy pequeño, me lleva a suicidarme los domingos.


No hay comentarios:

Publicar un comentario