Hace un mes
que no veo a mi abuela. Me invitó a comer el mismo día que el
gobierno decretó el estado de alarma, pero preferí quedarme en
casa. No le gustó que rechazara su invitación -lo percibí en su
voz-, porque no suelo rechazar sus invitaciones y porque -argumentó
después, en una última tentativa por tratar de convencerme- había
hecho demasiada comida. Pero la abuela siempre hace demasiada comida
y aquel sábado, cuando la epidemia del coronavirus comenzaba ya a
tornarse incontrolable, habernos reunido como tantos otros sábados
en torno a la mesa de la abuela, habría sido irresponsable. De
manera que no fui, ni aquel sábado ni tampoco, claro, los sábados
siguientes.
Ayer,
mientras trataba de poner en orden sobre el papel un amplio catálogo
de pensamientos, reflexiones y observaciones relacionados con la
pandemia, me tomé un descanso para llamar a mi abuela. Llevaba
tantos días leyendo lo que los amigos dicen, lo que los médicos
dicen, lo que los políticos dicen, lo que los expertos dicen y lo
que los periodistas dicen a propósito del COVID-19, que se me había
olvidado por completo escuchar lo que tiene que decir mi abuela. La
globalización debe ser eso; la falsa, ingenua e inducida sensación
de identificación con un mundo que en realidad nos es ajeno.
Mi abuela
vive sola. Lleva 28 años viviendo sola (desde que murió mi abuelo)
y hoy dice que está bien, pero que tiene miedo. Yo le digo que no
tiene por qué tenerlo, que no hay virus que pueda con ella. Y ella
entonces se ríe, pero sospecho que sigue teniendo miedo.
Mi abuela
dice que el coronavirus “fue creado exclusivamente para hacer
desaparecer a los mayores del planeta”, porque “¿dónde se vio
un virus que ataque solo a los viejos?”. Mi abuela dice que de vez
en cuando “el virus se lleva también a algún joven, para
despistar, para que no se note tanto”.
A mi abuela
no le gusta decir la edad que tiene. Nunca le ha gustado. “Es un
secreto de estado”, protesta entre dientes, cada vez que alguien se
obstina en obtener de sus labios un número exacto, una especie de
confesión, una fecha de nacimiento. Yo sé la edad que tiene y los
dos que hoy forma parte de la denominada población de riesgo.
Mi abuela
dice que últimamente casi no ve la tele, o la ve sin volumen, porque
no le gusta escuchar lo que sabe que van a decir en la tele de las
personas como ella. “Llega un momento en el que siempre dicen: 'Hay
que recordar que la población a la que más afecta el virus...' y
ahí justo le quito el volumen, porque ya sé de qué gente hablan”,
se excusa riendo. “Tanta información te sugestiona y luego piensas
que tienes fiebre aunque no la tengas”.
Mi abuela
dice que los partidos de la oposición en España están tratando de
aprovechar este momento para hacer política: “Están intentando
echar al presidente. Eso es lo que quieren. Les da igual que estemos
vivos o muertos, lo que todos quieren es echar al presidente”. Mi
abuela es socialista, votó a Pedro Sánchez y no se arrepiente.
Mi abuela dice que si le
tiene tanto miedo al coronavirus es “porque es desconocido,
invisible y viene de China”. Mi abuela nunca ha estado en China,
pero no se fía de la procedencia de este virus en concreto.
Lo que más
entristece a mi abuela es que las familias no puedan despedirse de
sus muertos, porque ella tampoco pudo despedirse de mi abuelo. “No
me pude despedir porque no estaba en ese momento. Él preguntaba por
mí y a mí me habría encantado saber qué quería decirme. Lo que
menos esperaba es que se fuera a morir ese día. Pero al menos me
pude despedir al día siguiente, cuando ya estaba muerto. Ahora es
mucho peor porque no pueden hacer ni siquiera eso”.
Mi abuela
guarda un recorte de periódico de un médico que hace algunos años
aseguraba haber descubierto un tratamiento para que las personas
viviesen 130 años. “A mí, estando como estoy, me encantaría
llegar a los ciento y pico”, confiesa.
Mi abuela
carraspea mientras habla, pero dice que ya carraspeaba antes.
Mi abuela
dice que tengo que escribir lo que me dice.
Mi abuela
dice que tiene ganas de vernos.
Que gran abuela.
ResponderEliminarMe encanta, me alegro mucho de que lo hayas escrito
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