A la hora a la que el musgo masca piedras
y se demora casi siempre el primer beso.
A la hora en que el camión de la basura
niega el desayuno a los hambrientos.
A esa hora a la que todo languidece
y el silencio rompe los espejos.
La hora a la que se desbordan los diques.
La hora a la que sudan los muertos.
A la hora en que trasnochan los otoños,
queman las cenizas,
muerden los anzuelos.
Y las grúas se miran el ombligo,
y los peces contienen el aliento.
A esa hora lenta, aterradora,
en que se encienden las hogueras de hielo,
me despierto.
A mi alrededor no hay más que sombras.
Y tú entre ellas.
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