Hoy dice
que tan sólo recuerda el silencio de las calles y la luz sorda del otoño junto
al río.
Y tal
vez, aunque puede que no sea cierto, los zapatos alineados detrás de la puerta,
la ceniza boca arriba, encima del
cuaderno, y el pelo intentando escapar de tu cabeza en octubre.
Dice que
recuerda octubre porque creía que estaba muerto.
Hoy dice
que recuerda aquella noche como un amanecer espantoso y las caras azules de los viejos de tu bloque. Y la lluvia resbalando por los cristales de la
cervecería y a vosotros dos empapados por dentro.
Hoy dice
que recuerda cada una de las tardes congeladas en los andenes, y el gesto
hastiado de los conductores todos los lunes de noviembre y de febrero.
Hoy dice
que recuerda el calor en la habitación que a menudo compartíais en invierno.
Hoy dice
que recuerda algunas páginas concretas de algún libro y también algunas
canciones, de las que es posible que haya olvidado la letra.
Hoy dice
que ya no recuerda cómo erais antes. Ni en qué os convertisteis después de
aquello.
Y que
olvidó preguntarte qué se siente cuando ya apenas se siente.
Hoy dice
que lo que sabe de ti no sabe si le gusta o le disgusta, pero sabe que no
necesitaba saberlo.
Y que tú
tampoco necesitabas saber nada, ni siquiera su nombre.
Hoy dice
que jamás debisteis haberos dicho vuestros nombres porque a menudo se tiene la
falsa ilusión de poseer todo aquello que se nombra.
Y no dice
mucho más que eso, pero al terminar, grita tu nombre.